martes, 22 de marzo de 2011

Sobre el ritual del apareamiento

Hora del aperitivo. Sentado al sol en una mesa está un muchacho de unos treinta años con sus gafas de sol puestas. Lleva camiseta negra, pantalones vaqueros y zapatillas de piloto de Fórmula Uno. Lleva patillas afiladas, perilla filiforme y antebrazos tatuados. Está completamente repantingado en su silla. Se acerca a su mesa una muchacha de edad similar con dos cervezas en la mano. Las deposita en la mesa. El gañán ni se inmuta. La muchacha es morena y lleva el pelo recogido. La muchacha está embutida en un traje que como se le salte un botón lo pone en órbita. Vista de frente la muchacha tiene una cadera prominente y otra cadera prominente. Vista de perfil la muchacha tiene pancín prominente y culo prominente. Es difícil distinguir cuándo la muchacha está de frente y cuándo de perfil. La muchacha se sienta junto al pollo. La muchacha intenta constantemente de manera animosa y entusiasta comenzar conversaciones con el macarra. El pavo responde siempre con monosílabos mirándola de reojo. Una avispa se posa sobre la mesa. El fulano se incorpora. Se quita una zapatilla. Aplasta a la avispa de un zapatillazo. Retira con el dorso de la mano los restos del pobre animalito. Se pone la zapatilla. Vuelve a repantingarse en su silla. La muchacha intenta de nuevo de manera animosa y entusiasta comenzar una conversación. El payo responde con monosílabos, mirándola de reojo, con media sonrisa orgullosa.

9 comentarios:

el Sr. Skywalker dijo...

Creo que he extraído la moraleja de tu historia:
A la hora del aperitivo no aparezcas por la mesa de un macarra, sobre todo si eres una avispa.
Y si no lo eres, no hagas preguntas complicadas, bonita.
¿A que era eso?

3'14 dijo...

uhm... este...¿Hasta qué edad debería considerarse apropiado aplicar el término "muchacho"?


Pobre avispa se quedó sin ritual...
que hoy en día ya no existen tales ritos entre los humanos, todo se reduce a: -follas? -En tú casa o en la mía? -En la tuya, que me he vuelto a instalar en casa de mis padres...

El Impenitente dijo...

La verdad es que no extraje ninguna moraleja. No podía dejar de mirarle la perilla.

Teniendo en cuenta que la gente está volviendo a instalarse en casa de sus padres, me parece que el límite de edad para el término muchacho está en expansión.

Arual dijo...

A estas alturas de la crisis creo que el límite anda por los 45 más o menos...

Olingo dijo...

Como el ritual de apareamiento sea matar avispas a zapatillazos, lo llevamos claro.
Aunque otra opción sería no salir con tíos que tuvieran patillas afiladas ni perilla filiforme, pero creo que de esos no quedan,unos porque son adolescentes y otros porque están en crisis y se creen adoslescentes, estos últimos siempren rapados para que no se note su calvicie.
Por cierto me gusta que siga habiendo chicas capicúa,(cadera+panzín+culo+cadera)

Juan Rodríguez Millán dijo...

Puro documental de La 2. De esos de animalitos, ya sabes...

El Impenitente dijo...

¿Cuarenta y cinco? El muchacho Impenitente. Mola.

En las chicas capicúa está escrita la verdad.

Cuando uno se entretiene en observar al final siempre parece que estés viendo el "National Geographic".

Altosybajos dijo...

El lenguaje no verbal cambia y nosotros nos quedamos anclados en los rituales bárbaros de los 70 y 80.
¿Nos tatuamos algo?

El Impenitente dijo...

Bueno, yo tengo tatuado en el páncreas el Libro del Deuteronomio. Cuando me aburro me abro en canal y me entretengo leyendo un rato.